Eran las cinco de la tarde, el cementerio estaba casi vacío, aunque no se escuchaba pólvora como en otros años, la música interrumpía aquel silencio característico en el camposanto: “Como me compongo yo en el día de hoy, como me compongo yo en el día de mañana…. como me compongo yo si vivo triste…”
Era 24 de diciembre, tirado en el piso con una botella de guaro y un cigarrillo prendido estaba un hombre que, en medio de su dolor, la música le ayudaba a tomarse otro y otro… sus jeans estaban oscuros de mugre, su camisa desabrochada y la mirada extraviada; a unos quince metros, estaba otro hombre de pie, lucía una camiseta amarilla y verde, una pantaloneta a las rodillas, con su cabeza pegada al antebrazo y este sobre una tumba, ambos lloraban y balbuceaban incesantemente…
Eran muchachos muy jóvenes, en medio del lagrimeo se escuchaban algunas palabras:
“Porque se fue ñeroooo… h.p. vida….” El joven que gemía parado se acercó y sentándose sobre una tumba le echó el brazo a su compañero y le dijo¨: “Burrito está vivo ñero… por que el Atlético está vivo.. hiip…”
A lo lejos un hombre de mediana estatura, piel curtida y complexión delgada, abandonaba el lugar con sus ojos humedecidos y un tanto estremecido, pero con la satisfacción en el alma, de haberle cumplido a su hijo, pues ya contaba con flores frescas en su tumba del cementerio de Piedecuesta.
El difunto Javier Armando Cardona Nieto, conocido como el burrito, tenía 19 años de edad fue asesinado a garrote mientras dormía, en el interior de un camión, en donde viajaba “sin permiso” el día 27 de agosto del año pasado, luego de observar el partido jugado en Bogotá entre el Atlético Bucaramanga y el Millonarios, hecho noticioso de gran resonancia en el Oriente Colombiano.
El día de su entierro en Piedecuesta, cientos de adolescentes y algunos adultos imponían sus voces hechas melodías sobre el ruido de los buses que por allí transitaban, una larga cola de ellos esperaban que los muchachos despejaran la vía, sin que esto ocurriera. La policía observaba sin mediar en el asunto, eran tantos que un piquete de cincuenta policías difícilmente podrían contener la turba, sin embargo solo habían seis o siete; finalmente el color de sus uniformes verdes se confundían condescendientemente con las camisetas verde-amarillas de los hinchas furibundos.
Sudorosos, saltando vigorosamente se pasearon por las distintas vías de la localidad pero remataron con un plantón frente a la funeraria San Francisco. Mientras un hombre de apariencia delgada observaba aquel cuadro; era el mismo que llevó flores a la tumba cuatro meses después Javier Cardona, su padre.
Sentado en la cama de su humilde vivienda junto a los recortes de prensa, recuerda aquel funesto día cuando lo llamaron para informarle que su hijo estaba en grave estado de salud, mientras narraba sus ojos enrojecían… de repente entró a aquella habitación, que a su vez es sala de recibo y comedor, una niña adolescente de quizá 13 años de edad quien saluda amablemente y luego decía: PAPI, SI SABE QUE EN EL FACEBOOK EL BURRITO SALE HABLANDO DEL BUCARAMANGA…” mientras hablaba su voz se torna entrecortada y se aleja rápidamente a un segundo cuarto, ambos componen su vivienda, la cual no supera los treinta metros cuadrados. Su mamá quien participaba de la conversación, disimuladamente se quita las gafas y se lleva el dedo índice y pulgar derecho a sus ojos, los cuales neutralizan algunas lágrimas que amenazaban rodar por sus mejillas…
Javier Cardona, nos explica la situación, y nos comenta que su hija salió para la habitación, a llorar como de costumbre, ya que siempre lo nombra y al hacerlo el llanto la traiciona, pues era su único hermano… si alguien le toca el tema o sueña con él, la situación es idéntica, comenta.
A Javier Cardona , lo mató a garrote el dueño de un camión en cuyo interior viajaban sin permiso tres jóvenes dos de ellos salieron heridos pero infortunadamente, nos cuenta, a su hijo lo cogieron dormido y así lo golpeó el conductor, quien después de hacerlo lo sacó de su vehículo arrojándolo al pavimento y se marcho.
“Las autoridades recogieron el cuerpo inconsciente en el municipio de CHINQUINQUIRÁ y en vez de prestarle atención medica como lo ordena la ley ya que hasta seguro tenia, el hospital de esta ciudad lo desplazó hasta Bucaramanga, viaje que duró mas de nueve horas ” comenta…
Le diagnosticaron muerte cerebral duró tres días sufriendo y el 30 de agosto fue declarado muerto. Sentado sobre su cama, vuelve a humedecer sus labios con gaseosa, para finalmente decirnos, con la rabia denotada en su tono que está dispuesto a hacerle al asesino de su hijo exactamente lo mismo que le hicieron a él…
“El nos estaba ayudando en la casa… hasta cuando se lo tragaron…”
Un sutil gemir de la niña se escuchaba, el dolor que nace del corazón seguramente era silenciado por una almohada, lo importante seguramente era que nadie lo sintiera, pero estaba equivocada… todos compartían su mismo dolor.
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