La declinación de la candidatura de César Toloza Núñez como candidato a la alcaldía de Piedecuesta pone en el ojo del huracán a la administración de Ángel de Jesús Becerra, quien según lo manifestado por el candidato en referencia no mostró mayor interés por respaldarlo en sus actividades políticas como normalmente se acostumbra, y ello se presume, que es debido a los grandes desaciertos del gobierno. El alcalde Becerra comprendió seguramente que por más bueno que fuera su candidato, esa carga que debía soportar al declararse Piedecuesta en la presente vigencia como el municipio más corrupto de Santander, según transparencia por Colombia, no la podía soportar ni por que fuera el candidato el mismísimo papa Francisco.
Queda demostrado que el éxito es relativo, que el poder es efímero, que cuando las decisiones de gobierno se tornan indecentes y se asume una actitud de supremacía, éstas generan un rompimiento del eslabonamiento de poder, y lo que es más, las estructuras partidista quedan tan debilitadas que deben re potencializarlas dejando pasar el agua por debajo del puente y navegando por los laditos en donde el agua sea menos turbia, abandonando la balsa propia perforada por la proa y la popa y enfrentando la turbulencia en balsa ajena.
Dicho en términos boxísticos, en el caso del candidato de gobierno, César Toloza, quien abandonó los tinglados electorales cuando empezaba justo el primer asalto, fue la mejor decisión tomada por el pugilista a quien sus piernas le temblaron y tuvo grandes dificultades para subir al rin. solo bastó el campanazo inicial para que empezara el combate y en medio del bullicio de sus seguidores pagos por el gobierno, éste decide antes de pararse de su banquillo tirar la toalla y declararse impedido para afrontar la contienda, mientras su esquina sorprendida, inicia apesadumbradamente la labor de quitarle los guantes este lentamente se desinfla y sus músculos se le escurren inevitablemente contrastando con la presentación en ceremonia como el gran gladiador de cuerpo amenazante que los llevaría al éxito... de lo que nunca se enteraron fue de que ese pugilista estaba lleno de anemia hasta los tuétanos y que su voluminosa complexión era producto de una gran dosis de aire inyectada desde la estación de servicios del Palacio Municipal.
El panorama hoy muestra un partido conservador desolado, arrodillado, impedido y absorbido, un partido y un candidato acabado por una persona que no supo gobernar y que frente al oscuro panorama, y en vista de que no halló quien montara ese potro salvaje determinó humillantemente entregar sus banderas a una corriente distinta, que lo salve si es que puede, de una apabullante derrota de la que ni siquiera unido junto a la otra fuerza se tiene la garantía del éxito, ya que en el imaginario popular se cree que en donde esté el gobierno jalonando, ahí no hay que ayudar.
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