El país amaneció más optimista, frente no solo, al proceso de paz que adelanta el gobierno de Colombia con la guerrilla en la habana, sino con el desarrollo económico que puede representar a futuro la pacificación de amplias zonas que estuvieron influenciados por este grupo de insurrectos.
Gracias a la denodada y empecinada actitud presidencial el acuerdo inicial sobre Justicia Transicional, uno de los puntos más difíciles de la agenda fue resuelto y ello conlleva a un avance significativo que pone a punto de un acuerdo final a las partes reunidas en la isla.
Como están las cosas, este situación marcará la historia del país y las futuras generaciones a través de toda la historia deberán recordar este gobierno que después de 50 años de conflicto sacó adelante
una negociación que todos los antecesores realizaron sin ningún éxito.
Mientras la gran mayoría de colombianos se regocijan con dicha noticia a pesar de las heridas que causa la guerra, un reducido números de ciudadanos liderados por el ex presidente Álvaro Uribe se revuelca de insatisfacción por los hechos ocurridos. El acuerdo en la habana evitará el derramamiento de sangre a futuro por hechos políticos, en donde los sectores campesinos son quienes han puesto la cuota de sangre históricamente.
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