la política en Colombia cada vez integra elementos nuevos dentro de la oferta y la demanda que se presenta en las justas electorales en todo el territorio nacional. Recuero como ayer los sancochos (sopas con carne papa y yuca) que hacía en la Casa Conservadora de la Cra. 10 de Enrique Barco Guerrero hace casi 40 años, pasando por las cajitas de fósforos que encaletaban el billetico, así como los mercados, Sisbenes, y tantos y tantos trucos... Pero uno de los más novedosos, además del ofrecimiento del plato de lechona (cerdo asado) es el de vincular a gran cantidad de jóvenes para "capitanear" el día de elecciones ofreciendo un pago que no se sabe en muchas ocasiones si es por el voto o por el trabajo en sí.
Lo cierto es que las campañas políticas son cada vez mas costosas y pueden sostenerlas generalmente quienes están disfrutando de las mieles, por que a ella le sacan, mejor dicho, de los mismos palos salen las cucharas...
En una ciudad como Bogotá por ejemplo, una campaña al Concejo Distrital puede costar entre dos mil y tres mil millones de pesos, y los ingresos en los cuatro años no superan los 500 millones de pesos, de lo que concluimos que los "honorables" llegan a robarse el patrimonio público para satisfacer una demanda cada vez mas exigente: El voto vendido.
Si esto acontece en la capital de la república en donde hay notables avancen en el tema de "Cultura Ciudadana" y existe cantidad de voto de opinión, imaginemos entonces lo que acontece en los pueblos mas recónditos de nuestra geografía nacional...
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