Desde el momento en que la
dirigencia política del país descubrió que en el transporte masivo estaba la
tan codiciada “Gallinita de los huevos
de oro” los colombianos empezamos a vivir la viacrucis en el transporte masivo,
y no por que la filosofía de sus inspiradores no tenga el componente social,
todo lo contrario, es tan bueno, que implementado inconclusamente, como ocurre,
termina siendo un pésimo servicio.
El desangre escalonado del
servicio ha tocado todos los tejidos sociales para bien y para mal, quienes no
usan el servicio pero son portadores del poder político disfrutan de las mieles
de alguna forma, ya sea permitiendo la prestación del servicio por encima de
los compromisos escritos que describen la realización de obras y cantidad de flota, como el “Documento Compes” o como
contratistas, intermediarios o directos beneficiarios. Ellos lo disfrutan así les toque convertirse en víctimas cuando padecen
las mismas torturas de los trancones por el despojo de las vías del nuevo
servicio.

Metrolinea,
sin duda alguna, es el ratón de laboratorio en donde no se sabe que es lo que más
le hace daño, si la plaga que se mezcla en el festín o los laboratoristas que
parados en sus cabezas “trabajan” con
sus patas…
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